En el ajetreo del aeropuerto, los sueños van y vienen de un destino a otro. Dudas, incertidumbre, emoción, nostalgia, todo se mueve en el aire que circula dentro de las salas de llegada y partida. Con una maleta en mano y miles de ideas en su mente, Carolina llega a una ciudad de posibilidades. Madrid deslumbraba delante de la chica y con determinación, toma sus cosas y se dispone a recorrer este nuevo camino.
Carolina Carabajal, la diseñadora de moda sostenible, CEO y fundadora de MenosTrash, empieza su camino de esta manera, sin esperar que a través de los años desarrollaría un negocio sostenible que cambiaría radicalmente su vida.
Carolina viene de Tierra de Fuego, una isla pequeña cerca de la Antártida. A parte de ser un lugar lleno de diversidad dado a que sus habitantes vienen de lugares diferentes, es un hub de emprendedores.
Al ir y venir de aquella pequeña isla, habían pocos negocios y Carolina con sus amigos se convirtieron en los emprendedores de su hogar. Como todos tenían esa chispa de resolver problemáticas y aprender en el proceso, se generó entre ellos una comunidad que los convirtió en familia y socios.
Partiendo de aquella isla virgen donde reinaba la naturaleza, los paisajes y el clima helado, Carolina llegó a Madrid con la idea de que el futuro textil residía en la tecnología: se imaginaba la tecnología puesta, las chaquetas que se calentaban solas.
Empezando su máster en innovación y tecnología textil, se dio cuenta de que este futuro era posible pero no sin antes partir de una base sostenible. Al pasar los años, Carolina se dio cuenta que aquel eslabón que establece la estructura para crear moda sostenible, muchas veces no era muy considerado. Había patrones que se repetían en el uso y desuso de prendas de moda.
«…en el momento en el que la ropa deja de tener funcionalidad, pues ahí es que se convierte en basura. Hay personas de otro lado que están sufriendo por lo que nosotros estamos haciendo acá, y yo sé que lo podemos hacer mejor…»
La idea de MenosTrash se basó de este descubrimiento, sin embargo, no se materializó como tal en su primer destino en Europa, sino en Malta, donde Carolina realizó un voluntariado de arte y durante la pandemia, en la cocina de la casa donde vivió con diez persona, se le prendió el foco de la innovación. En el camino de constituir su empresa, Carolina encontró que uno de los obstáculos más significativos fue el de pasar de métodos artesanales a una producción industrial para escalar su impacto y negocio.
“Creo que el reto mayor siempre fue despegarse realmente del artesanato y de la manualidad, para irse a ser de la industria como tal.”
Al irse desprendiendo de esa idea artesanal para llegar a más personas, necesitaba nuevos recursos, tanto de capacidad como de conocimiento y llega al Desafío Ashoka Changemakers x Bridge for Billions, programa de incubación que ayudó a propulsar no solo sus conocimientos de emprendedurismo, sino a crear una red de emprendedores y contactos que le brindaría apoyo, confianza y conexiones duraderas.
“Conecté con un montón de emprendedores, tuve un montón de herramientas, me ayudó a generar un equipo también.”
Carolina cambió su enfoque tecnológico hacia la sostenibilidad y concretó sus metas y deseos de impacto en MenosTrash, que combina responsabilidad ambiental con viabilidad industrial. MenosTrash es ahora una empresa en crecimiento que no sólo revaloriza desechos textiles en productos hábiles, sino que también busca desarrollar un portafolio más amplio de materiales y objetos sostenibles.
“Al final, a veces uno piensa que emprender es más difícil de lo que parece y es simplemente levantarse todos los días, y ser 1% mejor cada día, y si todos los días lo haces, probablemente a fin de año tengas un súper proyecto y eso fue lo que hice..”